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AnGhElA LiZeTh RºJaS

El oficio del editor

Una entrevista con Margarita Valencia

La experimentada editora responde y plantea preguntas nuevas. Pero sobre todo traza un derrotero para un oficio que a veces no encuentra muy despejado el camino.

La cantidad de editoriales independientes que hay en un país es una señal inequívoca de la tolerancia de la sociedad a la libre circulación de las ideas”; según Margarita Valencia, fue a partir de este principio que su padre, Carlos Valencia, fundó la editorial del mismo nombre en 1974, dedicada en sus inicios a la publicación de libros de ciencias sociales y de gran formato. Margarita Valencia se vinculó a ella como correctora de pruebas. Luego, al graduarse de Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes, dejó el negocio familiar, se dedicó a la docencia y empezó a trabajar como coordinadora editorial de la revista Guión. Años más tarde volvió a Carlos Valencia como gerente y editó una colección de literatura infantil y otra de narrativa joven. Su regreso marcó la imposición definitiva de las pautas que había señalado su padre: por una parte, la reivindicación de un editor al estilo anglosajón, que trabaja hombro a hombro con el escritor y proyecta y encarga textos de carácter coyuntural y, por otra parte, el énfasis en el diseño del libro y, sobre todo, en su tipografía.

En 1991 Carlos Valencia Editores cerró por problemas económicos, y ese mismo año murió su fundador. Al año siguiente Margarita empezó a trabajar con el Grupo Editorial Norma como editora de las colecciones literarias La Otra Orilla y La Pequeña Biblioteca, donde consolidó un catálogo de autores colombianos y amplió el fondo de autores extranjeros, con la publicación de Joseph Brodsky, A. Alvarez, Roddy Doyle, Daniel Pennac, Angela Carter y Raymond Carver, entre otros. A finales de la década del noventa suspendió su trabajo editorial y se dedicó durante algunos años al estudio, la traducción, la crítica literaria y la docencia. En 2004 entró a dirigir Unibiblos, la editorial de la Universidad Nacional, y entre ese año y el 2006 fue coordinadora editorial del Museo Nacional y asesora del proyecto Libro al viento del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá. Desde enero de 2006 está al frente de “Bogotá, Capital Mundial del Libro 2007”, un proyecto que lidera el Instituto Distrital de Cultura y Turismo y que durante abril de 2007 y abril de 2008 convocará a toda la ciudad alrededor del libro y la lectura.
 
 
Comencemos con lo más elemental: ¿en qué cree usted que consiste el oficio del editor?
El oficio del editor es hacer que un autor o una idea encuentren su lector. En la forma más amplia posible es lograr que una idea encuentre el lector que necesita.
 
 
¿Y qué proceso debe llevarse a cabo para que eso suceda?
Lo primero es encontrar el medio más adecuado. ¿Es un libro? ¿Realmente es un libro? Creo que ésa es la primera pregunta que tiene que hacerse un editor. Una pregunta un poco absurda, porque vengo de una escuela y de un mundo en el cual estaba claro que el libro era la forma de publicar. Ya no es tan obvio; ahora están las páginas web, los blogs, y siempre han estado, por supuesto, los periódicos, las revistas. Hay muchísimas otras formas de hacer que una idea o un autor lleguen a su lector, entonces lo primero que debe hacer un editor es preguntarse cuál es el medio idóneo para que la idea encuentre a su lector. Después, por supuesto, el editor debe velar para que el producto o el medio en el que se transporta esa idea sea lo más transparente posible; que permita que el lector llegue directamente a lo que el autor quiere decir, sin tropezarse con errores gramaticales u ortográficos, con un diseñador lleno de osadías tontas, con un tipógrafo empeñado en usar dos mil clases de letras, con torpezas en la forma de expresar las ideas.
 
 
Hay quienes opinan que el dúo del diseñador Camilo Umaña y la editora Margarita Valencia fue fundamental en la manera de concebir el trabajo editorial contemporáneo en Colombia. ¿Usted qué piensa?
Veinte años de trabajar al lado de Camilo Umaña me han enseñado la importancia de la limpieza del diseño; su destreza tipográfica me ha demostrado que lo importante en un libro es que se deje leer sin interferencias de ninguna especie —¡y sólo los más ignorantes creen que la legibilidad depende del tamaño de la letra!—. Umaña cree, por ejemplo, que el error de un editor es tan grave como el error de un piloto de avión, y yo estoy completamente de acuerdo con eso. Los editores no deben olvidar que los libros deben hablarle en voz clara y contundente a los lectores, y que mientras eso sucede los editores y los diseñadores no pueden estar haciendo ruido.
 
 
El editor en nuestro medio también es una especie de gerente. Un publisher, como se le llama en los países de habla inglesa, donde el editor y el gerente de un proyecto editorial nunca son la misma persona. ¿Qué piensa de eso?
Que el editor y el publisher sean personas distintas es algo en lo que no se ha equivocado el mundo editorial anglosajón. Es el mundo editorial español el que tiende a confundir al editor con el publisher,y en Latinoamérica estamos casados con ese modelo. Pero editor y publisher no deben ser la misma persona, entre otras cosas porque el publisheres como el productor de una película: es quien invierte, quien supervisa los números, quien ofrece el respaldo económico al proyecto editorial. Nunca es el editor. Los latinoamericanos y los españoles tampoco tienen claridad respecto al papel del editor en general. Por ejemplo, en el manejo editorial de los textos, tendemos a no meternos con lo que está escrito, tendencia derivada de la idea de la escritura como algo dictado por las musas, por la inspiración. Por esta misma creencia, hasta hace muy poco no existían en nuestro medio escuelas y cursos de escritura creativa. Apenas desde hace poco tiempo están empezando a crearse. Porque nosotros creemos que escribir es una cuestión divina y no un oficio que se aprende.
 
Esa misma teoría la aplicamos en el trabajo editorial: creemos que si alguien, tocado por la inspiración, produjo un texto, no se debe intervenir y así tal cual se debe publicar —a lo más se le hace una corrección ligera—. Pero creo que el editor tiene la obligación de hacer que la obra de un autor llegue de la mejor manera posible al lector, y eso supone, en un momento dado, decirle abiertamente al autor que su obra tiene problemas de estructura, de redacción, que le sobra una parte, que le hace falta un capítulo. Ese es el tipo de trabajo editorial que me interesa, el diálogo con el autor. Pero eso es muy poco frecuente en nuestro medio, cada vez hay menos editores de este tipo. A veces pienso que ese editor que yo me creo ser es una especie en vía de extinción.
¿Cómo es el editor de hoy?
Los hay de diversa índole: existen muy pocos como los que yo concibo, pero hay otros que son juiciosos, que puede que no estén innovando, pero que entienden que hay que sacar un producto digno y decoroso. Y hay otros, la gran mayoría, que están sujetos a los vientos del mercado. Eso pasa en todos lados: en las editoriales universitarias los editores son sirvientes de los inmensos egos de los profesores. En las comerciales, son sirvientes de los inmensos egos de los dueños, o de los señores de mercadeo. Y esto, en alguna medida, tiene que ser así, por supuesto. Yo entiendo que no podemos plantear un negocio editorial como de ángeles, que no esté sujeto a las fuerzas del mercado. Pero cuando uno se somete completamente deja de mirar al mundo; deja de preguntarse por lo que se está escribiendo, por lo que se está publicando, y empieza a ser una especie de tuerca en un engranaje de producción en serie.
 
 
Entonces, ¿qué tiene que hacer un editor, como el que usted concibe, cuando le llega un texto?
En principio, tiene que ocuparse de que se publique perfecto. ¿Qué quiere decir eso? Primero, y esto es algo elemental, que salga sin errores. Yo recuerdo que, en una época de mi vida, un error en un libro era algo inadmisible. Y es algo que sigo teniendo como norma. La tranquilidad con la que hoy los editores se toman los errores me deja pasmada y me irrita como lectora. Hablo de errores tipográficos, gramaticales, de redacción, factuales; errores que implican que un editor no revisó, no releyó, no verificó los datos. Segundo, creo que el editor tiene la responsabilidad de hacer que el sentido de un texto llegue al lector de la manera más clara y transparente posible. ¿Cuántas veces se encuentra uno con autores que tienen ideas interesantes que decir, pero que es un castigo leerlos? No sólo tiene uno que entender lo que el autor está diciendo, sino también tiene que descifrar una maraña espinosa de términos y giros innecesarios que opacan una idea.
 
 
Cuando a usted le llega un texto de este tipo, con buenas ideas pero mal expresadas, ¿cómo lo maneja?
Después de leerlo y darme cuenta de que ahí hay una iluminación que la gente debería conocer, me siento con el autor a ver cómo hacemos para que la idea que él quiere expresar llegue al lector lo más limpia y clara posible. Ahí es donde es necesario el diálogo con el autor. Pero eso cada vez es más difícil, porque o bien el autor no siente ningún respeto por el editor, o bien el editor no siente ningún respeto por el autor, y ese debe ser un diálogo entre pares.
 
 
Según su experiencia, ¿los autores acceden a corregir?
Unos sí y otros no: como en toda práctica profesional. El editor tiene que conocer al autor con el que está trabajando. A algunos autores se les puede devolver el texto con sugerencias, y ellos las revisan y dicen “esta me parece bien, y esta no”, y se va llegando a un acuerdo entre ambas partes. Con otros hay que reunirse para aclarar mejor el sentido de un texto, porque puede ser que uno no haya entendido alguna cosa. En todo caso, uno siempre le señala al autor la presencia de un problema o la necesidad de una corrección y le pregunta ¿quiere hacerlo usted?, ¿quiere que lo hagamos juntos?, ¿cómo quiere que hagamos? Pero tiene que ser un trabajo a cuatro manos. Es ahí donde el trabajo editorial resulta grato y maravilloso.
 
 
¿Cómo cree usted que debería ser la relación entre el editor, el autor y el corrector de estilo?
A veces el editor le pasa un texto al corrector de estilo sin haberlo leído y el corrector trabaja el texto de una manera que no deja feliz al autor. Un editor debería saber que lo que debe prevalecer en un texto no siempre es la norma lingüística, que es a lo que apela, por lo general, un corrector de estilo; sino la manera en que el autor dice las cosas. Una corrección de estilo muy profunda puede dar como resultado un texto “correcto” pero con el cual el autor no se siente identificado. Hay que ser un mago para hacer que un texto no pierda la identidad, el tono, del que lo escribió, después de haber sido sometido a la corrección, o incluso, a la reescritura de alguien más. No se puede prescindir del autor en ese proceso, porque además eso es parte del aprendizaje de escribir.
 
 
¿Qué pasa con los autores que tienen grandes ideas, pero que no son escritores? Algo muy común en el ámbito académico.
Sí, es muy común, y no solamente no son escritores, sino que no les interesa para nada escribir. En ese caso, el trabajo tendrá que hacerlo otro. Pero pienso que muchas personas que se sientan a escribir, lo hacen con el ánimo de comunicar algo. Ahora, hablando del ámbito académico, mi paso por la edición universitaria me demostró que muchos profesores no escriben con el ánimo de comunicar, sino que lo hacen por otras razones. Por ejemplo, progresar en su carrera académica, lucirse con sus colegas: razones todas ellas externas al texto.
 
 
¿Qué otras lecciones le dejó su experiencia en la edición universitaria?
Durante el año en que estuve en la editorial de la Universidad Nacional llegué a la conclusión de que el 70% de las cosas que se publican en las universidadesnunca han debido llegar al papel. Son textos para públicos muy especializados y, por lo tanto, requieren de un editor que ubique con exactitud a las personas que están interesadas en ellos para hacérselos llegar. Los impresos son la forma más torpe y costosa de transmitir información especializada. Ésta tiene que transmitirse a través de la red o de cidís. De esa manera, uno se asegura de que la información le llega al que la necesita y además se racionalizan los costos. Por otra parte, diría que la estructura editorial universitaria, en general, está ligada a criterios que no son editoriales. Entonces eso hace, por ejemplo, que un comité apruebe la publicación de un libro porque quieren hacerle un reconocimiento a un profesor, pero no porque consideren que el libro debe publicarse. Es paradójico; las universidades no tienen políticas editoriales claras y, sin embargo, están siempre dispuestas a invertir una gran cantidad de recursos en la publicación de libros.
Usted decía hace un momento que una buena parte de la producción universitaria debería publicarse en formato digital. ¿Qué otras cosas del mundo editorial cree que deberían publicarse en ese formato?
En general, información para públicos especializados o limitados, a los cuales llegarles con papel es muy difícil o sencillamente no tiene sentido, ya sea por costos, o porque los integrantes de ese público están aislados geográficamente. También para la publicación de material de referencia: enciclopedias, diccionarios..., incluso, todo Shakespeare, pues los clásicos de la literatura también son material de referencia. Ahora, no le veo mucho sentido a publicar novelas en formato digital. En ese aspecto, la relación del ser humano con el libro es perfecta y no hay por qué cambiarla. Aunque hay muchos que dicen que eso va a cambiar y que ya está resuelto, yo no estoy tan segura.
 
 
¿Qué sucede cuando a una editorial universitaria llega un libro que proviene del saber especializado pero que puede ser de interés general?
¡Ah! Esa es la felicidad para un editor universitario. En ese caso él tiene que apelar a su experiencia y también, por supuesto, al mercado. Es decir, tiene que revisar muy bien qué se está publicando, para ver si puede arriesgarse a editarlo para el público general. Y puede arriesgarse. Ha habido temas especializados que se han puesto de moda. Yo recuerdo que hace 15 años el tema de la evolución se puso de moda, y se publicaron 10, 15, 20 libros al respecto. De esa manera, textos que de otra forma hubieran sido exclusividad del saber académico, se volvieron de interés general. Las universidades deberían aprender a capitalizar su capacidad de producir conocimiento pensando en el gran público, y no sólo en un público especializado. Por supuesto, una de las razones por las cuales no sucede es porque los profesores no saben escribir.
 
 
Pero, ¿cómo hace un editor universitario para que un libro que él vislumbra que puede ser de interés general se convierta realmente en eso?
Yo tuve un ejemplo en la Universidad Nacional muy triste de un libro que hubiera podido ser de interés general y finalmente no fue... Un par de profesoras llegaron a la editorial con un manual de escritura. ¡Un manual de escritura hecho por dos profesoras universitarias! ¡Eso es un bombón! Les dije: este libro tenemos que editarlo pensando en el interés general, por lo menos en el de toda la universidad. Pero, claro, era un libro farragoso, como suelen ser los libros académicos; había que editarlo. Y lo editamos. Pero al final las autoras no se reconocieron en el resultado. Tal vez sus intereses académicos prevalecieron por encima de su interés en lo que el texto, en sí mismo, decía. Tal vez influyó esa idea, que uno aprende en el colegio, de que la complejidad en la escritura revela una inmensa complejidad en las ideas, que es la peor distorsión que uno puede aprender. Y, sin embargo, es básicamente la mentalidad con la cual un profesor se sienta a escribir. Por esa mentalidad, la gran mayoría de textos universitarios parecen jovencitas sobrevestidas saliendo para su primera cita. Tienen demasiados collares, la falda está demasiado alta, la blusa está demasiado transparente, tienen seis colores que sobran. Sin embargo, debajo de eso hay una gran producción de ideas, hay investigación, y, en ese sentido, la edición universitaria tiene muchas cosas que deben publicarse. Pero publicarse. Que no es lo mismo que sacar un libro para que termine en la biblioteca de mi compañero de escritorio.
 
 
¿Qué piensa de una editorial como la de la Universidad de Antioquia, que trata de llegarle al público general, especialmente con sus colecciones de literatura?
Primero, que ha sido una editorial universitaria con verdaderos editores, algo que no ha pasado en otras; es decir, personas que le han dado políticas editoriales claras, que le han dado una personalidad. De allí que tenga colecciones delimitadas como la de narrativa: la colección Celeste. Que tenga un premio de poesía, cuya continuidad y persistencia le ha permitido tener un espacio digno en el mundo editorial. En la editorial de la Universidad de Antioquia ha intervenido una mente que por encima de otras consideraciones, como pueden ser las académicas o las institucionales, está pensando en los lectores, y ese, creo yo, ha sido su éxito.
 
 
¿Cuáles han sido sus editores emblemáticos?
Cuando yo tenía 20 años mi editor emblemático era William Shawn, el editor del New Yorker. Era exactamente lo que yo quería llegar a ser. Claro, ser él ahora no tiene mucho sentido, porque el mundo ha cambiado radicalmente. Pero él representaba mi ideal de lo que era ser un editor. Era un hombre profundamente respetuoso de los textos pero, al mismo tiempo, de la lengua, de la perfección en la edición. El departamento de constatación de datos del New Yorker era famoso gracias a él, no dejaba pasar una fecha sin constatarla. Y a pesar de ser un hombre muy conservador, en el sentido de mantener la pureza de su oficio, no tenía miedo de arriesgarse. Si veía que un texto era bueno aunque fuera muy largo, lo publicaba. Le dedicaba todo un número o varios, si era necesario; como hizo con Hiroshima de John Hersey, con A sangre fría de Truman Capote. Cuando él creía que algo debía publicarse no dejaba que otras consideraciones se atravesaran en su camino. Además, los escritores lo adoraban, supongo que porque comprendía la inmensa dificultad del oficio de escribir. Y, por supuesto, un buen editor es alguien a quien los escritores respetan.
 
Otro editor que me gusta mucho es Roberto Calasso, de Adelphi, la editorial italiana. Me parece un tipo excepcional, incluso en la escena intelectual europea; me gusta por eso, porque es un intelectual, y publica y escribe cosas osadas. De Adelphi me gusta mucho una colección que se llama La Pequeña Biblioteca, cuyo título me robé para hacer una colección en Norma, de textos cortos. En general todo el catálogo de Adelphi es muy bueno y muy arriesgado, tiene novelas extrañas de coreanos, por ejemplo. Es un catálogo de editor, como el de Jorge Herralde, de Anagrama, que también deja ver que detrás hay un editor pensando en hacer un gran fondo en todas las lenguas. Y que, también como Calasso, es muy osado. Publicó a Roberto Bolaño, un autor exigente, al mismo Calasso, que es el más literario de los ensayistas, a Vila-Matas antes de que se volviera famoso, a Sebald. Se arriesgó a publicar literaturas que no eran familiares para los lectores; es decir, abrió caminos, retando al público a atreverse con textos densos, difíciles. Herralde es un editor. Entre los españoles me gusta él, me gusta Manuel Borrás, el editor de Pre-Textos; un fondo pequeño, muy intelectual y muy refinado, si usted quiere, de libros muy bellos, hechos con enorme cuidado.
Entre los editores colombianos, ¿a quiénes admira?
Me gustó mucho la colección de poesía de Norma que hizo Claudia Cadena. También me gustó la colección de poesía de El Áncora, dirigida por Felipe Escobar. Ambas tuvieron grandes editores detrás. Felipe, por ejemplo, cuidaba con esmero las traducciones, hizo ediciones bilingües, y puso en circulación autores y obras que nunca habían circulado en Colombia, al menos de forma masiva: Baudelaire, Hölderlin. Cadena publicó en Norma a Gómez Jattin, a Eielson... En este momento se me ocurren ellos dos.
 
 
¿Cómo describiría la industria editorial colombiana?
Como una industria conformada, en este momento, por dos grandes empresas editoriales españolas que son Alfaguara y Planeta, básicamente. También está Norma, que viene muy detrás en el aspecto editorial, que ha perdido mucho espacio —porque Norma tuvo un momento de empuje literario muy fuerte, cuando Ana Roda y yo estábamos allá, aunque suene feo decirlo— pero digamos que está en el juego, y es un tercer jugador que sirve para mover las fichas. Eso por un lado. Por otro, no hay editoriales independientes, es decir, aparecen y desaparecen como hongos.
 
 
¿Cómo era la industria editorial cuando usted empezó a trabajar en la editorial de su padre?
Era delicioso porque estaba todo por hacerse. Bueno, no todo, siempre ha habido una tradición editorial. Pero faltaba mucho por hacer. A la literatura infantil, por ejemplo, nosotros la pusimos a sonar, sobre todo con la publicación de autores contemporáneos; algo que no se hacía en esa época, pues sólo se publicaba lo clásico. Nosotros también fuimos los primeros en hacer los famosos coffee-table-books en Colombia, que ahora pululan en el mercado. Empezamos a reimprimir textos importantes en ciencias sociales que estaban fuera de circulación como La violencia en Colombia, la Historia de la colonización antioqueña de Parsons, la obra de Osorio Lizarazo, la obra de José Félix Fuenmayor, en fin. Pero no es gracia lucirse cuando hay tanto por hacer y tiene uno cómo hacerlo. Lo interesante es lucirse ahora. Sin embargo, yo creo que el mercado editorial en Colombia ya no tiene quién se arriesgue. Hay gente haciendo cosas interesantes en revistas y en otros medios. Por ejemplo, es excitante lo que se está haciendo en revistas como El Malpensante, como Número; incluso publicaciones como Plan B o Arcadia son interesantes; Plan B está haciendo algo que nunca se había hecho en Bogotá, y que hacía falta, que es una guía del entretenimiento, con sus mapas de las librerías de la ciudad, de los cafés; y Arcadia está haciendo algo que se había dejado de hacer, que es la difusión más o menos masiva de la cultura. Pero la industria editorial colombiana es la industria editorial española con unos piquitos locales: hace lo mismo que la gran industria editorial española. Le apuesta a los nombres comerciales, deja a los autores muy desprotegidos; es decir, no los acompaña, no invierte en su promoción, no los consiente: es que es muy difícil sacar un libro para que lo pongan en un estante, le hagan dos entrevistas al autor y punto. Y, en general, uno no ve en la industria editorial de este país grandes ni pequeños editores, uno no ve editores. Lo que ve son multinacionales dictando lo que se debe publicar, y lo que se debe publicar para ellos es lo que vende. Pero, por otro lado, a los autores nunca les fue mejor que ahora. Porque estas empresas necesitan productos nuevos todo el tiempo, y tienen un rasero muy bajo. Un rasero por encima del cual básicamente en Colombia se publica cualquier cosa; como en todo el mundo.
 
 
¿Qué proyectos editoriales rescata que se hayan hecho en Colombia?
Pienso en esa maravillosa colección de poesía de Norma, la cual después Norma misma se encargó de apuñalear, pisotear y esconder; esa fue una gran colección. Por otro lado, Benjamín Villegas ha sido un editor que ha tenido cosas que decir, ha hecho libros de gran formato, muy cuidados, muy costosos. La editorial de la Universidad de Antioquia es un caso excepcional, porque no es una editorial universitaria esclava del ego de los profesores, sino una editorial autónoma, con reconocimiento del público general y no sólo de los profesores. El Áncora, aunque fue una editorial pequeña, publicó proyectos muy interesantes, como la colección de poesía, otra vez, o la de ciencias sociales; en esto último primero sola y luego con el fondo de Valencia Editores, que era reconocido en ciencias sociales. Ahora está el proyecto de Libro al viento, del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, que no es un proyecto editorial nuevo, porque el gobierno nacional o los locales siempre han suplido algunos vacíos del mundo editorial y han hecho proyectos importantes: la Biblioteca Aldeana, la Samper Ortega, la colección de Autores Antioqueños, por ejemplo, o la biblioteca que sacó Cobo Borda con Colcultura hace treinta años, donde publicaron libros que hacía mucho no se editaban en Colombia, como la obra de Sanín Cano, de Téllez, de Gómez Valderrama, etc.
 
 
En su opinión, ¿cuáles han sido los grandes vacíos de la industria editorial colombiana?
La gran producción intelectual en este país siempre ha estado desprotegida, porque no existe un proyecto editorial que haya persistido en editarla y en seguir vivo. Ese ha sido un enorme vacío. No hay en Colombia una editorial, guardadas las proporciones, como la Pléiade en Francia, que se ocupa de hacer ediciones canónicas de sus clásicos. Eso no existe aquí. Y es gravísimo porque quiere decir que la producción intelectual colombiana está perdida. No está ahí para que la gente la lea. Aquí no existe, por ejemplo, una editorial que haga lo que el Fondo de Cultura Económica ha hecho por la cultura mexicana (aunque aquí también existe el Fondo de Cultura Económica, y está publicando con mucho empuje), que es una editorial que ha dado bandazos, que ha perdido autores, etc., pero que ha publicado, por ejemplo, todo Alfonso Reyes. Tampoco tenemos un proyecto de la envergadura de la Biblioteca Ayacucho de Venezuela. No contamos con un fondo editorial que guarde el patrimonio intelectual de este país, que lo conserve y que considere que ahí está la memoria viva de esta nación. Porque la vida del pensamiento depende de la vida de los libros.
 
 
¿Qué características debería tener esa editorial que se ocupe de la conservación del patrimonio intelectual del país?
Yo creo que la edición de ese patrimonio deberían hacerla las editoriales universitarias. Pero en la medida en que se organicen como verdaderas editoriales. ¿Por qué las universitarias? Porque un proyecto de ese tipo necesita académicos. Incluso antes que editores necesita académicos, que se dediquen a hacer ediciones críticas de la obra de los escritores y pensadores colombianos. Son los que pueden hacer ese trabajo y tienen el tiempo para hacerlo. El resultado será un texto iluminado.
 
 
Entonces, ¿no sería un proyecto editorial para el gran público?
Puede serlo también. Le pongo como ejemplo Oxford. Oxford hace ediciones críticas de Shakespeare que compra todo el mundo. Son las más baratas, las más legibles. Si uno no entiende una palabra, el aparato crítico se la explica. Pero si quiere leer de largo, puede hacerlo también. Además, están editadas como libros de bolsillo. Es que los libros no tienen que estar encuadernados en cuero para estar bien hechos.
 

iNtErNeT Y lA SºcIeDaD rEd

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TABLA DE CONTENIDO

INTERNET Y LA SOCIEDAD RED   1

Introducción. 1

1. Lecciones de la historia de Internet. 2

2. La geografía de Internet. 3

3. La divisoria digital. 4

4. Internet y la Nueva Economía. 5

5. La sociabilidad en Internet. 7

6. Los movimientos sociales en Internet. 8

7. La relación directa de Internet con la actividad política. 9

8. La privacidad en Internet. 10

9. Internet y los Medios de Comunicación. 11

10. Conclusión: La sociedad red. 12

INTERNET Y LA SOCIEDAD RED



Introducción.

 

Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan reciente, en su forma societal (aunque como sabemos, Internet se construye, más o menos, en los últimos treinta y un años, a partir de 1969; aunque realmente, tal y como la gente lo entiende ahora, se constituye en 1994, a partir de la existencia de un browser, del world wide web) no hace falta explicarlo, porque ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo, para la coherencia de la exposición, que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social. Hace poco tiempo, cuando todavía Internet era una novedad, la gente consideraba que, aunque interesante, en el fondo era minoritario, algo para una elite de internautas, de digerati, como se dice internacionalmente. Esto ha cambiado radicalmente en estos momentos. Para recordarles brevemente la progresión, les diré que la primera encuesta seria sobre usuarios de Internet que yo conozco, de finales del noventa y cinco señalaba que había unos nueve millones de usuarios de Internet. En este momento estamos en torno a los trescientos cincuenta millones de usuarios en el mundo. Las previsiones conservadoras prevén que, para mediados del año 2001, llegaremos a setecientos millones, y en torno a 2005-2007, a dos mil millones como mínimo. Es verdad que constituye sólo una tercera parte de la población del planeta, pero esto quiere decir, ponderando en términos de las sociedades más desarrolladas, que en las sociedades de nuestro contexto las tasas de penetración estarán en torno al 75% u 80%.

De hecho, en todo el planeta los núcleos consolidados de dirección económica, política y cultural estarán también integrados en Internet. Eso no resuelve ni mucho menos los problemas de desigualdad, y a ellos me referiré más adelante. Pero en lo esencial, esto significa que Internet es ya y será aún más el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que ya vivimos, que es lo que yo llamo la sociedad red. Pese a ser tan importante, Internet es tan reciente que no sabemos mucho sobre ella. Y en esa situación, cuando hay un fenómeno de gran relevancia social, cultural, política, económica, pero con un escaso nivel de conocimiento, se generan toda clase de mitologías, de actitudes exageradas. Yo creo que muchos intelectuales europeos y españoles ya han entendido, analizado, criticado, rechazado Internet, señalando, por anticipado, todas las posibles alienaciones que va a generar. Yo me acuerdo de que en los años 95-97 participé en la comisión de expertos sobre la sociedad de la información que nombró la Comisión Europea, y allí, en una comisión de quince expertos, en la que yo obviamente estaba en absoluta minoría, se trataba de ver cómo se podían paliar los efectos devastadores que podría producir Internet en la sociedad, en la política y en la cultura. Predominaba una reacción defensiva.. Frente a un fenómeno de extraordinaria importancia, del que, por otro lado, se tiene un escaso conocimiento, ha aparecido una extraordinaria mitología en torno a Internet. Por ello, quiero centrar mi conferencia en algo que quisiera que fuera práctico. Voy a intentar, aunque haya algunos aspectos teóricos, resumir qué sabemos de Internet en términos comparativos, qué sabemos sobre lo que es Internet hoy, a partir de información empírica. Trataré de resumirlo en diez puntos.



 

 

 

1. Lecciones de la historia de Internet.   

 

 

En el primer punto, quiero incluir algunos elementos sobre la historia de Internet. No voy a contarles la historia de Internet, que creo que es conocida, o puede conocerse fácilmente a través de Internet, sino cuáles son las enseñanzas que tienen valor analítico, si examinamos la historia de la red durante estos años.

 

 La primera lección sobre Internet: es que se desarrolla a partir de la interacción entre la ciencia, entre la investigación universitaria fundamental, los programas de investigación militar en Estados Unidos -una combinación curiosa- y la contracultura radical libertaria. Las tres cosas a la vez. Simplemente señalo que el programa de Internet nace como programa de investigación militar pero que, en realidad, nunca tuvo aplicación militar. Éste es uno de los grandes mitos que hay. No hubo aplicación militar de Internet; hubo financiación militar de Internet, que los científicos utilizaron para hacer sus cosas, sus estudios informáticos y su creación de redes tecnológicas. A ellos se añadió la cultura de los movimientos libertarios, contestatarios, que buscaban en ello un instrumento de liberación y de autonomía respecto al Estado y a las grandes empresas. La cuarta fuente que se desarrolló más fue la cultura empresarial, que, veinticinco años más tarde, se encargó de dar el salto entre Internet y la sociedad.

Segunda lección sobre Internet:
el mundo de la empresa no fue en absoluto la fuente de Internet, es decir, Internet no se creó como un proyecto de ganancia empresarial. Incluso hay una anécdota reveladora: en 1972, la primera vez que el Pentágono intentó privatizar lo que fue el antepasado de Internet, Arpanet, se lo ofreció gratis a ATT para que lo asumiera y desarrollara. Y ATT lo estudió y dijo que ese proyecto nunca podría ser rentable y que no veía ningún interés en comercializarlo. Recuerden de todas maneras que eran más o menos los años en que el presidente de Digital, una gran empresa de informática, declaró que no veía ninguna razón para que alguien quisiera un ordenador en su casa, o pocos años después de que Watson, el presidente de IBM, declarase que en el año 2000 en el mundo sólo habría cinco ordenadores, y que todos serían, obviamente IBM Mainframe. No fue la empresa la fuente de Internet.

Tercera lección:
Internet se desarrolla a partir de una arquitectura informática abierta y de libre acceso desde el principio. Los protocolos centrales de Internet TCP/IP, creados en 1973-78, son protocolos que, se distribuyen gratuitamente y a cuya fuente de código tiene acceso cualquier tipo de investigador o tecnólogo.

Cuarta lección:
los productores de la tecnología de Internet fueron fundamentalmente sus usuarios, es decir, hubo una relación directa entre producción de la tecnología por parte de los innovadores pero, después, hubo una modificación constante de aplicaciones y nuevos desarrollos tecnológicos por parte de los usuarios, en un proceso de feed back, de retroacción constante, que está en la base del dinamismo y del desarrollo de Internet. El ejemplo más claro de la principal aplicación de Internet lo ofrecen los científicos que crearon Arpanet, el antepasado de Internet, quienes, en realidad, no sabían muy bien qué hacer con Arpanet. En principio, la crearon para comunicarse entre sus centros de información, entre los superordenadores con que contaban, pero lo habían hecho con la idea de que al compartir tiempo de ordenador, podrían obtener mayor capacidad de utilización de ordenadores. Pero se encontraron que tenían más capacidad de procesamiento informático de la que necesitaban. Con lo cual intentaron ver qué otro tipo de cosas podían hacer. Una de las aplicaciones que desarrollaron casi por azar, y que se convirtió en el principal uso de Internet a partir de 1970, cuando se inventó, es la aplicación que hoy día está siendo el uso mayoritario de Internet, el correo electrónico. En el intento de buscar otras aplicaciones, se enviaron varios mensajes entre ellos y se dieron cuenta de que lo que intentaban buscar ya lo habían encontrado, es decir, desarrollar el correo electrónico. Hay mil ejemplos de este tipo de relación. Entonces y ahora los usuarios modifican constantemente la tecnología y las aplicaciones de Internet. Esto es una vieja historia de la tecnología. Fue también el caso del teléfono: la historia social del teléfono en Estados Unidos (investigada, en particular, por Claude Fischer) muestra que el teléfono se inventó para otras cosas, pero los usuarios le dieron la vuelta y crearon otras aplicaciones. Pero con Internet se ha hecho mucho más todavía, porque la flexibilidad, la ductibilidad de esta tecnología permite el efecto de retroacción en tiempo real.



Quinta lección de la historia de Internet:
en contra de la muy difundida opinión de que Internet es una creación norteamericana, Internet se desarrolla desde el principio a partir de una red internacional de científicos y técnicos que comparten y desarrollan tecnologías en forma de cooperación, incluso cuando Internet era algo que estaba dentro del Departamento de Estado estadounidense. La tecnología clave de Internet, la conmutación de paquetes, el packet switching, la inventan en paralelo, y sin establecer comunicación alguna durante mucho tiempo, Paul Baran en Rand Corporation en California y Donald Davies, en el National Physics Laboratory de Gran Bretaña. Por tanto, la tecnología clave ya se desarrolla en paralelo entre Europa y Estados Unidos. El desarrollo de los protocolos TCP/IP se hace por Vinton Cerf, en Estados Unidos colaborando estrechamente con Gérard Lelan del grupo francés Cyclades. El caso más interesante es que el world wide web, que es el programa de browser que permite la navegación que hoy practicamos todos, lo creó Tim Berners-Lee, un británico, trabajando en sus horas libres, sin que se lo pidiera nadie, en el CERN de Ginebra. Por otro lado, el desarrollo de Internet en base a redes libertarias comunitarias, que crearon toda clase de nuevas aplicaciones como las conferencias o los boletines o las listas de correo electrónico, no salieron del Departamento de Defensa, salieron de los grupos libertarios que se organizaron a través y en torno a las redes de Internet. Estos grupos eran desde el principio -es decir, desde 1978 y 1980, que es cuando empezó USENET- internacionales y se desarrollaron de forma aún mucho más internacional precisamente en la medida en que Arpanet pertenecía al gobierno norteamericano. El desarrollo de lo que luego sería Internet por su lado libertario, por su lado de base, tenía que ser mucho más internacional, porque dentro del aspecto más central de Internet, Arpanet sólo podía ser norteamericano por las barreras gubernamentales.

Sexta lección
: desde el principio Internet se autogestiona, de forma informal, por una serie de personalidades que se ocupan del desarrollo de Internet sin que el Gobierno se meta demasiado con ellos. Nadie le dio mucha importancia a Internet y se creó una especie de club aristocrático, meritocrático, que, todavía hoy, ha generado instituciones absolutamente únicas. El gobierno de Internet lo tiene hoy una sociedad de carácter privado apoyada por el Gobierno norteamericano y por gobiernos internacionales pero que es privada, se llama ICANN-por cierto, en su comité ejecutivo hay gente de Barcelona, de la Politécnica-, y que tiene, entre otras cosas, la característica de que elige su consejo de administración ejecutivo por votación global entre cualquier persona que se quiera apuntar a ICANN mediante correo electrónico. En estos momentos están terminando la votación en que 165.000 personas de todas partes del mundo han votado una lista de candidatos abierta. Esta autoridad es la que en principio distribuye los dominios, acuerda los protocolos, etc.

Y en fin, la última observación que quiero hacer sobre la historia de Internet es que el acceso a los códigos de Internet, el acceso a los códigos del software que gobierna Internet, es, ha sido y sigue siendo abierto, y esto está en la base de la capacidad de innovación tecnológica constante que se ha desarrollado en Internet. Mencioné antes el TCP/IP, pero recuerden también que UNIX, es un código abierto que permitió el desarrollo de USENET News, la red alternativa de Internet, el world wide web es abierto. Apache, que es el programa de software que hoy en día maneja más de dos terceras partes de los world wide web servidores del mundo, es también un programa de código abierto. Y tal es, obviamente, el caso de Linux, aunque Linux es fundamentalmente para las máquinas UNIX a través de las cuales funciona Internet.

Estas reflexiones sobre la historia de Internet me sirven para indicar hasta qué punto es un tipo nuevo de tecnología en su forma de organización. La famosa idea de que Internet es algo incontrolable, algo libertario, etc., está en la tecnología, pero es porque esta tecnología ha sido diseñada, a lo largo de su historia, con esta intención. Es decir, es un instrumento de comunicación libre, creado de forma múltiple por gente, sectores e innovadores que querían que fuera un instrumento de comunicación libre. Creo que, en ese sentido, hay que retener que las tecnologías están producidas por su proceso histórico de constitución, y no simplemente por los diseños originales de la tecnología.



 

 

2. La geografía de Internet.

 

 

Pasemos ahora al segundo punto de mi exposición. Para seguir un modelo clásico de la enseñanza, como empecé por la historia ahora seguiré con la geografía. ¿Cuál es la geografía de Internet? Internet tiene dos tipos de geografía: la de los usuarios y la de los proveedores de contenido.

La geografía de los usuarios hoy día se caracteriza todavía por tener un alto nivel de concentración en el mundo desarrollado. En ese sentido, digamos que las tasas de penetración de Internet se acercan al 50% de la población en Estados Unidos, en Finlandia y en Suecia, están por encima del 30-35% en Gran Bretaña y oscilan entre el 20-25% en Francia y Alemania. Luego está la situación española en torno a un 14%, Cataluña un 16-17%. En todo caso, los países de la OCDE en su conjunto, el promedio de los países ricos, estarían, en estos momentos, en un 25-30%, mientras que, en el conjunto del planeta, está en menos del 3% y, obviamente, si analizamos situaciones como la africana, como la de Asia del sur, está en menos del 1% de la población. En primer lugar, existe una gran disparidad de penetración en el mundo, pero, por otro lado, las tasas de crecimiento en todas partes, con excepción de África subsahariana, son altísimas, lo cual quiere decir que los núcleos centrales, también en el mundo subdesarrollado, estarán conectados dentro de cinco a siete años a Internet. Ahora bien, esa geografía diferencial tiene consecuencias en la medida en que llegar más tarde que los demás genera una disparidad de usos, puesto que como los usuarios son los que definen el tipo de aplicaciones y desarrollo de la tecnología, los que lleguen más tarde tendrán menos que decir en el contenido, en la estructura y en la dinámica de Internet.

En lo que se refiere a la geografía de los proveedores de contenido hay un hecho que conviene resaltar. Se suponía que, en principio, las tecnologías de información y de telecomunicación permitirían que cualquiera se pudiera localizar en cualquier lugar y proveer, desde allí, al mundo entero. Lo que se observa empíricamente es lo contrario. Hay una concentración mucho mayor de la industria proveedora de contenidos de Internet, así como de tecnología de Internet, que de cualquier otro tipo de industria y se concentra fundamentalmente en las principales áreas metropolitanas de los principales países del mundo. Uno de mis estudiantes, Matthew Zook, esta terminando su tesis de doctorado, que presenta el primer mapa mundial sistemático de las empresas de contenidos de Internet: según su análisis, estas empresas están totalmente concentradas en las principales áreas metropolitanas. La razón es muy sencilla: precisamente porque la tecnología permite localizarse y distribuir desde cualquier parte, lo esencial para producir contenido en Internet es tener información y conocimiento, lo que se traduce en personas con esa información y ese conocimiento, que están sobre todo concentradas en los grandes centros culturales y grandes áreas metropolitanas del mundo. En el caso español, obviamente Barcelona y Madrid, en este orden, representan más de las tres cuartas partes de las empresas de provisión de contenido de Internet que existen en España, y la tendencia se acentúa.

También en el aspecto propiamente geográfico, les recuerdo la relación entre el desarrollo de Internet y las formas de telecomunicación interactiva y el desarrollo de las formas urbanas. Aquí también hay una paradoja aparente: se pensaba que Internet y las tecnologías de información podían contribuir a la desaparición de las ciudades y al hecho de poder trabajar todos desde nuestras montañas, desde nuestros campos, nuestras aldeas. En realidad, estamos en el momento de mayor tasa de urbanización de la historia de la humanidad. Estamos a punto de llegar al 50% de población urbana en el planeta, en el año 2025 estaremos en los dos tercios, y hacia el final del siglo en torno a las tres cuartas partes, o sea, cerca del 80% de la población del planeta estará concentrada en áreas urbanas, y esa concentración urbana se deberá sobre todo a la concentración metropolitana en grandes regiones metropolitanas. Lo que está ocurriendo es la concentración de población en grandes centros de actividad y de emisión de información, y dentro de esos grandes centros, difusión interna en una especie de proceso de extensión espacial porque Internet permite, por un lado, conectar de metrópoli a metrópoli y, dentro de la metrópoli, conectar oficinas, empresas, residencias, servicios, en un área muy grande desde el punto de vista espacial. En concreto, la idea de que íbamos a trabajar todos desde casa está desmentida empíricamente. Internet lo que permite es algo distinto: permite trabajar desde cualquier sitio, no es el teletrabajo lo que se está desarrollando. Para darles datos de California, el lugar más avanzado en ese sentido, si aplicamos la definición de operativa de teletrabajo, vemos que las personas que trabajan al menos tres días por semana en su casa no llegan al 2%, y de ésas, la mitad, sorprendentemente, no tienen ordenador en casa. O sea, que no trabajan por Internet; trabajan por teléfono, porque son los que hacen las llamadas que les molestan a ustedes a la hora de cenar. Lo que Internet permite es trabajar desde casa, y el desarrollo de Internet móvil, el desarrollo de la telefonía móvil en estos momentos, permite trabajar en el transporte, mientras se está de viaje, en el lugar de trabajo, etc. El desarrollo geográfico que permite Internet es la oficina móvil, la oficina portátil, la circulación del individuo siempre conectado a Internet en distintos puntos físicos del espacio. Eso es lo que ocurre y no el teletrabajo, una vez que se desmienten los mitos toflerianos por la observación empírica. Por eso yo nunca hago predicciones, porque siempre nos equivocaríamos y siempre se equivocan los que las hacen. Yo trabajo sobre los datos que hay, que suelen salir por el otro lado, precisamente porque la sociedad toma las tecnologías y las adapta a lo que la sociedad hace.



 

3. La divisoria digital.

 

 

El tercer punto del análisis que les estoy presentando es el relativo a la divisoria digital, es decir, la idea de que Internet está creando un mundo dividido entre los que tienen y los que no tienen Internet. ¿Qué sabemos de esto? Por un lado, es cierto que hay una gran diferencia de conectividad y observamos que aquellas personas que no tienen acceso a Internet tienen una debilidad cada vez más considerable en el mercado de trabajo. Observamos también que los territorios no conectados a Internet pierden competitividad económica internacional y, por consiguiente, son bolsas crecientes de pobreza incapaces de sumarse al nuevo modelo de desarrollo. Pero, por otro lado, lo que también observamos es un desarrollo considerable de la conectividad. Insisto, las tasas de crecimiento de Internet en todas partes son altísimas, y lo que hoy día se llama la divisoria digital, digital divide en Estados Unidos, que es, fundamentalmente, la falta de conectividad en nuestro tipo de sociedades, distinto del Tercer Mundo, está dejando de ser un problema. Los datos que señalaban, por ejemplo, en Estados Unidos, que los negros, los latinos y las mujeres utilizaban mucho menos Internet están cambiando radicalmente. Un estudio, que parece serio, del Jupiter Communications de hace tres meses señala que los siete países altamente desarrollados que ellos analizan sistemáticamente respecto del desarrollo de Internet, entre los que no se encuentra España -Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Australia, Canadá, etc.-, observó que por primera vez a finales de mayo de este año el número de mujeres usuarias de la red era superior al de hombres. Lo mismo sucede entre los negros y los latinos en Estados Unidos. Entre los universitarios negros y latinos hay la misma tasa de penetración de Internet que entre los no negros y no latinos estudiantes. Obviamente, hay menos negros y latinos en la universidad, pero es un tema de educación más que un tema de discriminación sistemática en términos étnicos. Por tanto, la conectividad como elemento de divisoria social está disminuyendo rapidísimamente. Pero lo que sí se observa en aquellas personas, sobre todo estudiantes, niños, que están conectadas, es que aparece un segundo elemento de división social mucho más importante que la conectividad técnica, y es la capacidad educativa y cultural de utilizar Internet. Una vez que toda la información está en la red, una vez que el conocimiento está en la red, el conocimiento codificado, pero no el conocimiento que se necesita para lo que se quiere hacer, de lo que se trata es de saber dónde está la información, cómo buscarla, cómo procesarla, cómo transformarla en conocimiento específico para lo que se quiere hacer. Esa capacidad de aprender a aprender, esa capacidad de saber qué hacer con lo que se aprende, esa capacidad es socialmente desigual y está ligada al origen social, al origen familiar, al nivel cultural, al nivel de educación. Es ahí donde está, empíricamente hablando, la divisoria digital en estos momentos.



4. Internet y la Nueva Economía.

 

 

El cuarto punto de mi exposición es el que examina la relación entre Internet y la nueva economía. Lo esencial aquí es que la nueva economía no es la economía de las empresas que producen o diseñan Internet, es la de las empresas que funcionan con y a través de Internet. Ésa es la nueva economía y eso es lo que está ocurriendo en todo el mundo. Es cierto que el desarrollo de los usos de Internet empieza primero en aquellas empresas de alta tecnología y empresas de creación de equipos de Internet y de programas de software que lo aplican a su propia organización, pero, a partir de ahí, se está difundiendo rapidísimamente a todo tipo de empresas, creando un nuevo modelo de organización empresarial. Se habla mucho del comercio electrónico. El comercio electrónico tiene interés, pero se incide demasiado en la idea de la venta del comercio electrónico, el llamado bussines to consumers B2C, la venta a los consumidores. Esto sólo representa el 20% del total de las transacciones electrónicas comerciales en Internet. El 80% son transacciones de empresa a empresa para relaciones comerciales entre las empresas y esto se está acentuando en estos momentos (B2B). Es decir, que el volumen crece y, por tanto, al crecer el volumen global, también crece el número de transacciones hacia los consumidores. El volumen que crece mucho más, en términos absolutos y relativos, es el de relación de empresa a empresa. ¿Qué está ocurriendo? Que casi todo el trabajo interior de empresa, de relación con los proveedores y de relación con los clientes se está haciendo por la red. Es el modelo que yo he desarrollado con el nombre del Modelo Cisco Systems, que es el nombre de la empresa productora del 85% de equipamientos de telecomunicaciones del backbone de Internet en el mundo, de routers y switches (enrutadores y conmutadores) El 90% de las ventas de esta empresa y de sus transacciones se hacen mediante la relación a través de su web de los proveedores de la empresa y los clientes, sin que la empresa haga nada más que poner la ingeniería, poner la web, actualizarlo cada hora, garantizar calidad y organizar la red de proveedores. Es la mayor empresa industrial del mundo, es la segunda empresa de mayor valor de mercado en el mundo, 400.000 millones de dólares, más de cinco veces el valor de General Motors, cuando en realidad sólo cuenta con treinta y cinco mil personas y es una empresa que produce máquinas, ordenadores, pero que solo tiene una fábrica. Es una empresa casi enteramente virtual, aunque tiene oficinas con personas que hacen funcionar la máquina virtual; pero es virtual, no produce nada, pero de lo que hace, se produce el 85% del equipamiento mundial que hace funcionar Internet.

Hay muchísimos otros ejemplos. Si les interesa, les puedo contar ejemplos de la mayor empresa de construcción de edificios en San Francisco, WebCor, cuyo centro es también un web site en el que los usuarios se relacionan con los diseñadores, los arquitectos, los constructores, los empleados municipales. Todo esto está en la web y todos los pasos que una empresa de construcción tiene que dar para llevar a cabo una construcción se hacen en la web. Con esa tecnología ha sido capaz de reducir a la mitad el tiempo de producción de un edificio, con un tercio del personal de gestión, limitando los costes en un 50%. Como pueden imaginarse, las otras empresas de construcción están rápidamente pasando a la red. Un ejemplo más cercano sería Zara. Zara es una empresa Internet que en estos momentos -les estoy hablando de la misma Zara donde ustedes compran su ropa- cuenta con 2001 almacenes en el mundo, en treinta y cinco países diferentes. En estos almacenes cada vendedor lleva una pequeña maquinita en la que registra cada compra que se hace con una serie de datos, con los que el director de cada almacén hace un informe semanal, lo pasa por red a la sede central en La Coruña, donde 200 diseñadores procesan por ordenador y determinan las tendencias de mercado, envían directamente a las fabricas que cortan los patrones y producen la ropa. Con este sistema, enteramente basado en la comunicación electrónica, y procesado por Internet Zara ha reducido a dos semanas el tiempo necesario para rediseñar un producto desde el momento en que se decide ponerlo en el mercado en cualquier parte del mundo. El modelo Benetton, que había logrado hacer el ciclo en seis meses, fue arrinconado por GAP, que lo consiguió en dos meses, a partir de una conexión que no era Internet, y Zara lo ha logrado en dos semanas, con lo que está ganando cuotas de mercado rápidamente en todo el mundo y, en este momento, el valor de capitalización de mercado de la empresa matriz de Zara, una empresa familiar, es de 2.000 millones de dólares. Podríamos seguir poniendo ejemplos, pero yo creo que la idea la tienen aquí. Es decir, lo primero que está haciendo Internet en la economía es transformar el modelo de empresa. Lo que fue el fordismo, la gran empresa industrial basada en la producción estándar y en la cadena de montaje, es hoy día la capacidad de funcionar en red, de articular directamente el mercado, insumos y proveedores y organización interna de la empresa on-line en todas las tareas.

El segundo cambio que produce Internet o, mejor dicho, la base material sobre la que se produce este cambio es la transformación del funcionamiento del capital. Y aquí también, muy esquemáticamente, la primera transformación es: el centro de la economía global son los mercados financieros globalizados que funcionan mediante conexiones entre ordenadores. Esto no es técnicamente hablando Internet porque no esta basado en los protocolos de Internet, pero es una red de redes de ordenadores, que esta convergiendo rápidamente con la red Internet.. Esta red es lo que subyace, la articulación, la interdependencia y también la volatilidad del mercado global financiero. Segundo: Internet ha permitido el desarrollo vertiginoso de la transacción financiera electrónica, el desarrollo de mercados financieros, mercados bursátiles como el Nasdaq, que son mercados electrónicos, sin un lugar físico en el espacio; el desarrollo de los principales mercados de futuro del mundo como es el mercado suizo-alemán Eurex, que es enteramente electrónico, o Liffe en Londres o Matif En Francia; el desarrollo de redes de ***brokers, de redes de corredores de bolsa como Instinet, que, hoy día, canaliza algunas de las transacciones más importantes del mundo; el desarrollo de empresas de corredores como Charles Schwabb que es mayoritariamente electrónica. En estos momentos el NewYork Stock Exchange, la Bolsa de New York, se planeta la creación de una bolsa de forma mixta, que sea a la vez electrónica, virtual y física. En Europa, en torno al proyecto, hoy aplazado, de fusión entre las bolsas de Frankfurt y de Londres, que prefigura la fusión de las bolsas europeas en uno o dos centros bursátiles, se está planteando la conexión del Nasdaq americano con un equivalente de Frankfurt y un equivalente japonés, con lo que se crearía, por lo tanto, un Nasdaq global, enteramente electrónico. Es decir, los valores de nuestras empresas, de todas las empresas, tendencialmente, se están negociando ya y se van a negociar cada vez más en términos de interacciones electrónicas, puramente electrónicas, no físicas. Esto genera un nuevo tipo de transacción económica, genera una velocidad, una complejidad, una dimensión de mercado mucho mayor, una capacidad de reacción de los inversores casi instantánea y la dependencia de mecanismos de cálculo, de modelos matemáticos predictivos activados a velocidad octoelectrónica mediante conexiones Internet. Esto cambia los mercados financieros, cambia las finanzas mundiales y, por consiguiente, cambia nuestra economía.

Un tercer elemento que quería señalar es que la economía Internet está cambiando los métodos de valoración económica. El desarrollo de las empresas de Internet y de las que más innovadoramente se han lanzado por esta vía se basa/sobre todo en la existencia de capital-riesgo que permite financiar ideas antes de que haya producto. Es así como funciona el sistema: un innovador tiene una idea y, generalmente en estos días, articulada no sobre Internet sino a través de lo que se puede hacer con Internet; esta idea la vende a una empresa de capital-riesgo que proporciona los fondos iniciales para empezar a arrancar; con ese capital-riesgo se compra talento y se instala Internet; con eso se empieza a producir algo, pero no mucho, desde luego no ganancias, con lo cual se sale en oferta pública y el mercado lo valoriza o no lo valoriza. Cuando no lo valoriza, la empresa desaparece y se vuelve a intentar; cuando lo valoriza, con esa valorización de mercado que no se produce en torno a beneficios sino a una promesa, entonces es cuando realmente hay recursos para pasar de esa promesa de innovación a una innovación material, a una producción material que vuelve a salir al mercado, que vuelve a generar valor. Es decir, se crea valor a partir de la innovación en base a la valorización del mercado de las iniciativas que se desarrollan en términos de empresa. Hemos pasado a una economía en la que la expectativa de generación de beneficios a través de la empresa es reemplazada por la expectativa de generación de nuevo valor en el mercado financiero. Y eso depende fundamentalmente de la capacidad de relación con ese cálculo de las empresas Internet. Es decir, el ejemplo de la industria Internet está siendo en estos momentos seguido en el conjunto de las otras ramas industriales. Eso genera una gran volatilidad financiera, pero al mismo tiempo genera también un extraordinario aumento de riqueza y de productividad. Hay empresas sobrevaluadas, otras menos, pero, en realidad, la tendencia es ascendente, los ciclos económicos van a seguir; en cualquier caso, recuerden que, por mucho que hayan caído los valores tecnológicos, el Nasdaq está todavía un 35% por encima de su valor de hace doce meses, cuando el Dow Jones, el índice equivalente de la economía tradicional, está a un -1,2% para el mismo periodo. Es decir, la capacidad de creación de valor en base a un nuevo modelo de anticipación de expectativas ha salido también de la economía Internet.



5. La sociabilidad en Internet.

 

 

Permítanme cambiar de tercio rápidamente para entrar en quinto punto de mi conferencia, que es el tema más cargado ideológicamente del análisis de Internet, el tema de la sociabilidad en Internet, de la interacción social o individual en Internet o el tema de las comunidades virtuales de Internet. Como saben, este tema está dominado por las fantasías de los futurólogos y de los periodistas no bien informados, aunque hay periodistas muy bien informados. Aquí se ha hablado de que Internet aliena, aísla, lleva a la depresión, al suicido, a toda clase de cosas horribles, o bien, por el contrario, que Internet es un mundo extraordinario, de libertad, de desarrollo, en el que todo el mundo se quiere, en el que todo el mundo está en comunidad. ¿Qué sabemos empíricamente de esto? Sabemos bastantes cosas. Sabemos, por ejemplo, por un estudio que acaba de hacer British Telecom, un gran estudio de observación realizado a lo largo de un año en una serie de hogares en los que se utilizaba Internet, que no cambia nada. Es decir, que la gente que hacía lo que hacía, lo sigue haciendo con Internet y a los que les iba bien, les va mucho mejor, y a los que les iba mal, les va igual de mal; el que tenía amigos, los tiene también en Internet y, quien no los tenía, tampoco los tiene con Internet. Es un estudio intelectualmente muy conservador, pero lo cito y les doy la referencia porque es un estudio muy espectacular. Se llama Aquí no pasa nada. Pero sí que pasa. Internet es un instrumento que desarrolla pero no cambia los comportamientos, sino que los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son.

Esto no significa que Internet no sea importante, quiere decir que no es Internet lo que cambia el comportamiento, sino que es el comportamiento el que cambia Internet. Estudios más de tipo panel, como los que realiza el principal investigador de sociología empírica de las comunidades de Internet, Barry Wellman, de la Universidad de Toronto muestran la realidad de la vida social en Internet. He aqui lo que senalan sus resultados: en primer lugar, las comunidades virtuales en Internet también son comunidades, es decir, generan sociabilidad, generan relaciones y redes de relaciones humanas, pero no son las mismas comunidades que las comunidades físicas. Esto puede parecer una verdad de perogrullo, pero había que investigarlo y mostrarlo. Las comunidades físicas tienen unas determinadas relaciones y las comunidades virtuales tienen otro tipo de lógica y otro tipo de relaciones. ¿Qué tipo de relaciones? ¿Cuál es la lógica específica de la sociabilidad on line? Lo más interesante es la idea de que son comunidades personales, comunidades de personas basadas en los intereses individuales y en las afinidades y valores de las personas. Es decir, en la medida en que se desarrollan en nuestras sociedades proyectos individuales, proyectos de dar sentido a la vida a partir de lo que yo soy y quiero ser, Internet permite esa conexión saltando por encima de los límites físicos de lo cotidiano, tanto en el lugar de residencia como en el lugar de trabajo y genera, por tanto, redes de afinidades. Por ejemplo, las investigaciones en Canadá y en Estados Unidos mostraron que, aparte de Internet, los individuos tenían normalmente, como término medio, no más de seis lazos íntimos de relación fuera de la familia y, al mismo tiempo, cientos de lazos débiles. Parece que es una cosa que en los últimos diez años se ha mantenido como establecida. Entonces, lo que ocurre es que Internet es apta para desarrollar lazos débiles, para crear lazos débiles, pero no es apta para crear lazos fuertes, como media, y es excelente para continuar y reforzar los lazos fuertes que existen a partir de relación física. En fin, en esto, que parece también bastante lógico, lo que me importa es que viene avalado empíricamente por la síntesis de los estudios que se han desarrollado. En este sentido, la tendencia que se está desarrollando es hacia la disminución de la sociabilidad de base comunitaria física tradicional. Hay una tendencia hacia la disminución de la sociabilidad basada en el barrio. Hay un declive de la vida social dentro del trabajo, en general, en el mundo. Lo que está ocurriendo es que la sociabilidad se está transformando mediante lo que algunos llaman la privatización de la sociabilidad, que es la sociabilidad entre personas que construyen lazos electivos, que no son los que trabajan o viven en un mismo lugar, que coinciden físicamente, sino personas que se buscan: yo quiero encontrar a alguien a quien le guste salir en bicicleta conmigo, pero hay que buscarlo primero. Por ejemplo, ¿cómo crear un club ciclista? o ¿cómo crear un club de gente que se interese por la espeleología? Esta formación de redes personales es lo que Internet permite desarrollar mucho más fuertemente.

Cuando Wellman intentó medir qué influencia tenía Internet sobre las otras sociabilidades, encontró algo que contradice los mitos sobre Internet. Es lo que el llama "cuanto más, más", es decir, cuánto más red social física se tiene, más se utiliza Internet; cuanto más se utiliza Internet, más se refuerza la red física que se tiene. Es decir, hay personas y grupos de fuerte sociabilidad en los que es correlativa la sociabilidad real y la virtual. Y hay personas de débil sociabilidad, en las que también es correlativa la débil sociabilidad real y virtual. Lo que ocurre es que, en casos de débil sociabilidad real, hay algunos efectos compensatorios a través de Internet; es decir, se utiliza Internet para salir del aislamiento relativamente. Lo que algunos estudios hacen es medir esta correlación y constatan que se trata de personas que utilizan mucho Internet, que están aisladas socialmente, por tanto Internet aísla. El proceso de causalidad es distinto, Internet se utiliza como medio para aquellas personas aisladas, pero fundamentalmente hay un efecto acumulativo entre sociabilidad real y sociabilidad física, porque la virtual también es real, y sociabilidad virtual. La otra serie de estudios, como los realizados por Marcia Lipman, en Berkeley, que ha estudiado cientos de comunidades virtuales, señalan otro dato fundamental, y es que las comunidades virtuales son tanto más exitosas, cuanto más están ligadas a tareas, a hacer cosas o a perseguir intereses comunes juntos.

La idea de que Internet es un lugar donde la gente habla de cualquier tontería, se cuentan chismes etc., es absolutamente superficial. Esto es extremadamente minoritario, no mucha gente tiene tiempo de hacerlo. Lo que ocurre es que estas historias de las identidades falsas, de que la gente se disfraza de cualquier cosa, de que se cuentan lo que no son, hacen las delicias de los sociólogos posmodernos. Es verdad que esto existe, pero se da sobre todo en los adolescentes ¿Y qué hacen los adolescentes, en general? Inventarse identidades, experimentar identidades, pasarse ratos de cháchara sobre cualquier cosa, siempre que pueden, crear una contracultura propia de experimentación identitaria. Y esto también lo hacen en Internet. Pero, estudiando a través del conjunto de la sociedad, fuera de los mecanismos de adolescentes, lo que se observa es, más bien, que el Internet instrumental, es decir, la utilización de Internet para desarrollar tareas políticas o personales, o de intereses concretos, es lo que realmente genera los niveles de interacción más fuertes. Por tanto, más que ver la emergencia de una nueva sociedad, totalmente on line, lo que vemos es la apropiación de Internet por redes sociales, por formas de organización del trabajo, por tareas, al mismo tiempo que muchos lazos débiles, que serían demasiado complicados de mantener off line, se pueden establecer on line. Por ejemplo, uno de los elementos más interesantes en esto es el desarrollo de organizaciones de interayuda entre las personas mayores: el Seniornet en Estados Unidos es una de las redes más populares de información, de ayuda, de solidaridad, de reforzamiento de una vivencia compartida, etc. O las redes de información religiosa y de compartir valores religiosos. O las redes de movilización social.


 

 

6. Los movimientos sociales en Internet.

 

Y aquí paso al sexto punto de lo que sabemos de Internet: su relación con los movimientos sociales. Lo que sabemos es algo ya bastante analizado en los medios de comunicación: la mayor parte de movimientos sociales y políticos del mundo de todas las tendencias utilizan Internet como una forma privilegiada de acción y de organización. Esto simplemente quiere decir que Internet es un instrumento. Pero, ¿qué es lo específico?, ¿qué le confiere especificidad a la movilización social a partir del hecho de que se haga por Internet? Bien, hay tres rasgos que son fundamentales en la interacción entre Internet y los movimientos sociales. El primero es que asistimos en la sociedad, fuera de Internet, a una crisis de las organizaciones tradicionales estructuradas, consolidadas, tipo partidos, tipo asociaciones de orientación directamente política, y además se produce la emergencia de actores sociales, fundamentalmente a partir de coaliciones específicas sobre objetivos concretos: vamos a salvar a las ballenas, vamos a defender tal barrio, vamos a proponer nuevos derechos humanos en el mundo, vamos a defender los derechos de la mujer, pero no con una asociación, sino con campañas concretas. Es decir, en general, en la sociedad hay un salto de los movimientos sociales organizados a los movimientos sociales en red en base a coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos. Internet es la estructura organizativa y el instrumento de comunicación que permite la flexibilidad y la temporalidad de la movilización, pero manteniendo al mismo tiempo un carácter de coordinación y una capacidad de enfoque de esa movilización.

Segundo rasgo: los movimientos sociales en nuestra sociedad se desarrollan, cada vez más, en torno a códigos culturales, a valores. Hay movimientos reivindicativos tradicionales, pero los movimientos más importantes -medio ambiente, ecologismo, mujeres, derechos humanos- son movimientos de valores; por lo tanto, son movimientos que dependen sobre todo de la capacidad de comunicación y de la capacidad de llevar a cabo un reclutamiento de apoyos y de estímulos mediante esa llamada a los valores, a los principios y a las ideas. Son movimientos de ideas y de valores. Pues bien, Internet es fundamental porque se puede lanzar el mensaje como éste: "aquí estoy, éste es mi manifiesto, ¿quién está de acuerdo conmigo?, y ¿qué podemos hacer?" La transmisión instantánea de ideas en un marco muy amplio permite la coalición y la agregación en torno a valores. En este sentido, una de las ideas más falsas sobre Internet es la idea del famoso cómic publicado en el New Yorker de hace muchos años de dos perros en un ordenador en el que uno le dice al otro: "Ves, en Internet nadie sabe qué eres un perro". Pues miren, sí. En Internet se sabe qué es un perro, porque si usted quiere organizar a los perros en Internet y se presenta como gato, va a organizar a los gatos. Con lo cual, la bandera de organización, de comunicación, de afirmación de un cierto valor tiene que ser firmada en términos de lo que se quiere ser, porque los movimientos sociales que se constituyen, se constituyen en torno a lo que dicen que son, no se constituyen de forma manipulada, atrayendo a alguien para lo que no es. Eso puede ser una manipulación, pero, en general, las manipulaciones no suelen prosperar.

El tercer rasgo específico de los movimientos sociales es que, cada vez más, el poder funciona en redes globales y la gente tiene su vivencia y se construye sus valores, sus trincheras de resistencia y de alternativa en sociedades locales. El gran problema que se plantea es cómo, desde lo local, se puede controlar lo global, cómo desde mi vivencia y mi relación con mi mundo local, que es donde yo estoy, donde yo vivo, puedo oponerme a la globalización, a la destrucción del medio ambiente, a la masacre del Tercer Mundo en términos económicos. ¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc., pero que se constituyen, se organizan y se desarrollan a partir de la conexión Internet, es decir, conexión global, de movimientos locales y de vivencias locales. Internet es la conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad.

 

7. La relación directa de Internet con la actividad política.

 

El séptimo punto de mi conferencia: Internet también tiene una relación directa con la actividad política organizada, tanto a nivel de partidos, como a nivel de gobiernos de distintos tipos. Aquí hay toda clase de proyectos, de ideas. En principio, Internet podría ser un instrumento de participación ciudadana extraordinario, podría ser un instrumento de información de la clase política, de los gobiernos y de los partidos a los ciudadanos en su conjunto y de relación interactiva. Podría ser un ágora política y sobre esto escriben todos los futuristas. Ahora bien, en la práctica, hay algunas experiencias interesantes de democracia local, curiosamente local, como la Digital City, la ciudad digital de Amsterdam (hoy en seria crisis), las redes ciudadanas de Seattle, el programa Iperbole en Bolonia (también en declive en este momento); pero en general, lo que se observa es que los gobiernos, las administraciones, los partidos políticos han confundido Internet con un tablón de anuncios. En general, se limitan a exponer la información: aquí tienen nuestra información para que se entere de lo que hacemos y así me ahorra trabajo o, si lo desea, dígame su opinión. Lo que sucede es que no se sabe qué pasa con esa opinión. En general, hay escasísimos ejemplos de práctica interactiva cotidiana del sistema político con los ciudadanos. Por tanto, una de las fronteras de investigación que yo quisiera desarrollar sobre Internet es de qué manera Internet puede permitir la desburocratización de la política y superar la crisis de legitimidad de los gobiernos que se produce en todo el mundo, a partir de/ una mayor participación ciudadana permanente, interactiva, y a una información constante de doble vía. En realidad, lo que se observa es que esto no se produce.

Hay un libro interesante que acaba de publicarse sobre las relaciones de Internet y algunos sistemas parlamentarios que muestra, a partir de estudios empíricos, que en realidad todos los parlamentos tienen web site, todos los partidos tienen Internet en todos los países desarrollados, pero son vías, insisto, unidireccionales de información, para captar la opinión, para convertir simplemente a los ciudadanos en votantes potenciales y para que los partidos obtengan la información para saber cómo ajustar su publicidad. Yo diría que, en este sentido, el problema no es de Internet. El problema es del sistema político y, una vez más, tenemos un leitmotiv de la conferencia que les estoy intentando transmitir, que es la idea de que la sociedad modela a Internet, y no al contrario. Allí donde hay una movilización social, Internet se convierte en un instrumento dinámico de cambio social; allí donde hay burocratización política y política estrictamente mediática de representación ciudadana, Internet es simplemente un tablón de anuncios. Hay que cambiar la política para cambiar Internet y, entonces, el uso político de Internet puede revertir en un cambio de la política en sí misma.



 

8. La privacidad en Internet.

 

 

Muchos debates sobre Internet en estos momentos plantean la idea del efecto de Internet sobre la privacidad y sobre la capacidad de control de nuestra vida íntima a través de Internet. Aquí hay dos elementos: la relación gobiernos-ciudadanos y la relación privacidad-Internet. En la relación gobiernos-ciudadanos, hay algo que pone muy nerviosos a los gobiernos y es que, realmente, no pueden controlar Internet. Hay muchas razones, pero una mucho más decisiva que las demás. Podemos argumentar si técnicamente se puede o no se puede. Parece que no es tan fácil como algunos pensaban y, para demostrarlo, siempre se cita el caso de Singapur. Acabo de recibir una ponencia de los sociólogos de Singapur que estudian Internet que muestra, empíricamente, la incapacidad del Gobierno de Singapur para controlar Internet en este momento, debido a que, por razones económicas y financieras, se han tenido que abrir al exterior. Naturalmente, China, Singapur y otros muchos países quisieran utilizar Internet para los negocios y no suprimir para la libre expresión ciudadana. En Singapur parece que ya no les funciona ese control. En China les funciona porque, aunque no controlan la difusión de información en Internet, luego pueden buscar a la persona que ha recibido o difundido la información y llevarla a la cárcel, lo que es otra forma de control. Pero, Internet como tal, parece difícil de controlar. En cambio, la razón fundamental no es solamente técnica, sino que es una razón institucional: en Estados Unidos no se puede hacer, porque hay varias decisiones de los tribunales federales y en particular, la que eliminó el Acta de Decencia en la comunicación que Clinton presentó en 1995 para censurar Internet argumentando la pornografía infantil.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos, de hecho la Corte Federal, que luego fue refrendada por el Tribunal Supremo, declaró que es cierto que en Internet hay toda clase de problemas, es cierto que en Internet la libre expresión conduce a excesos, es cierto que Internet es el caos de la expresión. Pero, añade textualmente: "los ciudadanos tienen un derecho constitucional al caos". Yo creo que la idea de un derecho constitucional al caos es profundamente innovadora y hace que, a partir de ese momento, en la medida en que Internet es una red global, al no haber control en Estados Unidos, se busca cualquier circuito para sortear el obstáculo y poder expresarse. Recuerden que Internet está diseñada técnicamente para interpretar cualquier censura como un obstáculo técnico y reconfigurar la vía de transmisión. Además del hecho de que los gobiernos no controlen Internet -la única forma de hacerlo sería desenchufarlo, como hace Irán, Afganistán, aunque ya veremos qué pasa con el Internet móvil-, de lo que la gente se está dando cuenta es de que hay un problema mucho más profundo que el control de los gobiernos sobre la libertad de expresión, y es la desaparición de la privacidad a través de un mundo en el que vivimos conectados a la red. Scott McNealy, que es un gran empresario de Silicon Valley, el presidente de Sun Microsystems el año pasado, para que no le molestaran más con este tema, hizo una declaración espectacular con la que yo y la mayoría de gente coincidimos: "¿Privacidad en Internet? Olvídese de eso. Usted ya ha perdido su privacidad para siempre". ¿Qué significa eso? Significa que cualquier cosa que hagamos en la red se puede detectar electrónicamente. El problema es quién está interesado, cómo, cuándo, de qué manera, cómo se hace, etc. Pero existe la posibilidad de hacerlo. El FBI lo puede hacer en estos momentos, ya que ha desarrollado un nuevo programa, Carnivore, evidentemente con autorización judicial, pero ya se sabe. Esto lo puede hacer cualquier tipo de empresa que disponga del famoso cookie en su programa; es decir, en este momento, si una persona no quiere dar su dirección y sus características a empresas que comercializan con este tema, tiene que hacer una verdadera investigación, hacer toda clase de clics, salir de toda clase de servicios, y prácticamente aislarse.

En Estados Unidos ya existen empresas que empiezan a comercializar la política. Hay una empresa que se llama Aristotle que ha desarrollado este sistema, Aristotle, para la campaña presidencial actual a partir de informaciones obtenidas en numerosos bancos de datos comerciales, ha elaborado perfiles de personalidad y los ha cruzado con patrones de voto geográficos a niveles muy pequeños, de barrio, y ha establecido la tendencia de voto potencial para ciento cincuenta y seis millones de ciudadanos estadounidenses y lo está vendiendo a los distintos candidatos. Igualdad de oportunidades. Cualquiera que pague se lo lleva. No es el espionaje de un partido contra otro: es comerciar con la intimidad política de cada uno de ellos. La Unión Europea tiene una política mucho más estricta de protección de la privacidad, pero, sin entrar demasiado en los detalles, la capacidad tecnológica de la legislación europea es muy débil. Hay muchas formas de escaparse de esa legislación. Pero, por ejemplo, a Yahoo o America On Line, fuera de sus redes europeas, no los controla la legislación europea y, aunque usted sea europeo, está conectado a una red global. Y si cualquier empresa, cualquier portal de este tipo, dispone de la información, puede vendérsela a cualquier empresa europea. El hecho de estar en una red global quiere decir que no hay privacidad. Éste es uno de los aspectos más importantes. Les recomiendo la lectura de un libro de Lessig sobre este tema que se llama Code. Lessig, en ese libro, ha planteado una cuestión fundamental en que la privacidad aparece como esencial, y es el debate sobre la capacidad de encriptado.

El encriptado permitiría que cada persona pudiera determinar su código. El encriptado es simplemente un código que se autoconstruye y para el que no existe una capacidad tecnológica de desencriptado con métodos normales; sólo podrían hacerlo los servicios secretos, trabajando con ordenadores durante mucho tiempo. Lo que ocurre es que el encriptado está prohibido por los gobiernos, también en Estados Unidos, con el argumento de que los traficantes de drogas y otras gentes de mal vivir lo podrían utilizar para hacer sus negocios por Internet. Pero, de todas formas, ya hacen sus negocios por Internet y se comunican de otras mil formas. Pero este encriptado sería realmente un sistema que permitiría a las personas guardar su información y que ésta no pudiera ser interferida. La batalla del encriptado es, en estos momentos, la batalla de la privacidad.



 

9. Internet y los Medios de Comunicación.

 

 

Un último tema antes de concluir, la relación entre Internet y la transformación de la comunicación a través de los medios de comunicación. Internet está transformado radicalmente los medios de comunicación, pero no por la convergencia de Internet y la televisión en un mismo medio tecnológico, la famosa caja que tendrá usted encima de su televisor y que llega a todos, lo que se llama la Web TV. Lo que realmente existe es un mueble que dispone al mismo tiempo de Internet y de televisión, pero son dos sistemas. Aunque se puede transmitir televisión por Internet tecnológicamente, no es muy interesante, no es muy efectivo y, sobre todo, si se pretendiera transmitir de verdad la televisión que tenemos, la masa de televisión por Internet, no habría capacidad de banda previsible en los próximos veinte años para hacerlo en ningún país, ni siquiera en Estados Unidos. Es decir, la capacidad de banda de transmisión para transmitir el enorme volumen que representaría toda la televisión que se transmite hoy día simplemente es impensable, carísimo e ineficaz. ¿Quién tiene la manía de recibir exactamente a través del mismo canal televisión e Internet? No tiene ningún sentido.

En cambio, lo que Internet sí está haciendo es convertirse en el corazón de articulación de los distintos medios, de los multimedia. Es decir, de ser el sistema operativo que permite interactuar y canalizar la información de qué pasa, dónde pasa, qué podemos ver, qué no podemos ver y ser, por tanto, el sistema conector interactivo del conjunto del sistema multimedia. Esto es lo que Internet está configurando. Está también cambiando los medios de comunicación y, en particular, contra lo que la gente cree, los medios de comunicación escritos. ¿En qué sentido? Bueno, el modelo futuro ya está aquí, como casi todos los llamados modelos futuros. Es el modelo de utilización de Internet en los medios de comunicación que se emplea en el grupo Chicago Tribune, que acaba de comprar Los Angeles Times. La sala de redacción del Chicago Tribune, que está siendo estudiada por uno de mis estudiantes, consiste en una sala totalmente integrada en Internet en la que los periodistas procesan información en tiempo real y de ahí sale hacia el Chicago Tribune, Los Angeles Times, otros periódicos en Estados Unidos, una serie de cadenas de radio y varias estaciones de televisión. ¿Qué tiene de original esto? Esa información llega en tiempo real y se continúa procesando en tiempo real; es decir, es un medio de comunicación masivo, continuo e interactivo al que pueden acceder distintos usuarios planteando preguntas, criticando, debatiendo.

Toda esa información llega a los periodistas, que van siendo reemplazados por otros periodistas en la misma sala de prensa, que continúan procesando de forma ininterrumpida esa información. Eso ya existe y es el modelo que rápidamente está siendo adoptado por los grandes grupos multimedia y de prensa. Junto a eso, Internet está revolucionando la comunicación por su capacidad de cortocircuitar los grandes medios de comunicación. El hecho de que sea una comunicación horizontal, de ciudadano a ciudadano, quiere decir que yo puedo crear mi propio sistema de comunicación en Internet, puedo decir lo que quiera, puedo comunicarlo. Por primera vez hay una capacidad de comunicación masiva no mediatizada por los medios de comunicación de masas. Ahí se plantea el problema de credibilidad. ¿Cómo entonces se puede creer uno lo que aparece en Internet? El año pasado, en el congreso de editores de periódicos norteamericanos estaban aterrorizados porque había una serie de empresarios de Silicon Valley que decían que se acaban los periódicos: el New York Times desaparece, todo será on line. Mi posición en ese momento era: habrá periódico on line, el mismo periódico o algo distinto on line, por televisión, por radio, y en papel, en distintos formatos para distintos momentos de utilización y distintos contextos de utilización. Pero el problema esencial, cuando todo está en Internet, es de credibilidad, y es ahí donde los medios de comunicación siguen teniendo un papel esencial, ya que la gente tiende a dar mayor credibilidad a La Vanguardia, al New York Times, a El País o a El Periódico de Cataluña que a lo que Manuel Castells pueda poner en la red en un momento determinado. En ese sentido, el brand name, la etiqueta de veracidad, sigue siendo importante, a condición de que esa etiqueta se respete, con lo cual la credibilidad de un medio de comunicación se convierte en su única forma de supervivencia en un mundo de interacción y de información generalizada.



 

10. Conclusión: La sociedad red.

 

 

En conclusión, Internet es la sociedad, expresa los procesos sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales. ¿Cuál es, pues, la especificidad de Internet, si es la sociedad? La especificidad es que es constituye la base material y tecnológica de la sociedad red, es la infraestructura tecnológica y el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social que no tienen su origen Internet, que son fruto de una serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin Internet. Esa sociedad red es la sociedad que yo analizo como una sociedad cuya estructura social está construida en torno a redes de información a partir de la tecnología de información microelectrónica estructurada en Internet. Pero Internet en ese sentido no es simplemente una tecnología; es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos.